jueves, 26 de diciembre de 2013

CUENTO DE NAVIDAD ECUATORIANO

A veces las sequías las producen la falta de incertidumbre. La ausencia de inestabilidad desemboca en una rutina estéril que seca las ganas de comunicar. Cuando no tienes nada que mejore el silencio, mejor te callas.

Eso me debió ocurrir estos últimos meses de ausencia en esta aduana de vivencias.
Tras mi viaje a Ecuador vuelve a brotar con rabia las ganas de agitar conciencias.

En el continente hermano, desde la inocencia del que empieza, tuve de nuevo sensaciones perdidas en un Occidente envejecido y malacostumbrado a comodidades superficiales que nos ciegan de las necesidades auténticas. Sé que muchos creerán que con la crisis esto ya no es tan cierto, pero tal vez lo que nos ha hecho es acercarnos al entendimiento de que debemos querer lo que tenemos y no angustiarnos por alcanzar lo que no tenemos.

Una de las experiencias más fuertes en este mes de periplo por tierras ecuatorianas fue el encuentro con un club único, el Atlanta. Chicos seleccionados por sus difíciles situaciones de vida y con un sueño común, escapar a un mundo mejor en un tren llamado Fútbol.

A estos niños con vidas y sueños de adultos les unen más cosas que sus orígenes. Todos atesoran historias que pondrían erizar la piel de cualquier europeo en apuros. Aunque las llevan encima, no las arrastran ni las cuentan fácilmente pero cuando lo hacen, las subrayan con una sonrisa que parece distanciarles y relatarlas como si se tratasen de una tercera persona.

No hay resentimiento, no tienen, como es lógico, nostalgia, sólo una fuerza interior indomable y musculada en un sueño evasivo de su pasado que tiene sacado solamente un billete de ida hacia un futuro mejor.

Por ello la gente de M&M Profútbol, los mantiene en una casa de acogida en Quito, les paga comida, vestimenta, pequeñas necesidades juveniles cotidianas y formación humana y futbolística. Próximamente en marzo comenzarán la liga en segunda categoría(la última de Ecuador) y mientras, los enfrentan en amistosos con los equipos de primera para entrenarlos y mostrarlos a los grandes. Fueron mi equipo de modelaje (sparring) en las prácticas de los seminarios que di por el país y pude convivir con ellos en su día a día, incluso acompañé a alguno en las últimas horas de estancia a los hogares de sus familiares con los que fueron a pasar estas fiestas (cómo olvidar los paisajes vividos) me contagiaron de su esperanza. Nunca les podré pagar esa deuda. Pero sobre todo me marcaron en la piel la renuncia a rendirse, a claudicar a hacer siempre las cosas "de ley". Son mis "panas" y lo serán para siempre, porque si algo no olvidan es la mano tendida. Por suerte, pude presenciar como tres de ellos antes de irse de vacaciones los firmaban un equipo de Primera, el Nacional de Quito. No decepcionarán, seguro.

Para el resto y los que se vayan incorporando, tendrán además de un Director Deportivo en la distancia, un amigo en mí, pero espero también que en todos vosotros, queridos, lectores. A veces ayudando, salís más ayudados. Esta gente necesita de todo. Cualquier ayuda será bien recibida, desde vuestro trabajo si os animáis a cruzar el charco, hasta cualquier prenda de ropa deportiva o de vestir que puedan usar o dar a sus familias. Cualquier aportación económica... Pretendemos abrir la posibilidad de que os podáis hacer socios del club para que con una mínima aportación anual os hagáis cómplices de sus sueños. Bueno en principio sólo quería compartir con vosotros estas vivencias, como un precioso cuento real de Navidad. Felices Fiestas, amigos y felices sueños, amigos del Atlanta.