Una semana ya,desde la conclusión de la última edición de la Copa América.Antaño un magno espectáculo.La fiesta del fútbol en la cuna de los jugadores que mejor tratan al bien más preciado y escaso del juego,la pelota.Hoy simplemente un mercado persa,interesante sólo para los forofos más patriotas, los agentes de futbolistas y para los escasos Directores Deportivos o Secretarios Técnicos que aún viajan para ver partidos en directo.Ni el más recalcitrante de los aficionados al balón-pie que aún quede podría extraer del disco duro de su memoria un partido o retazo de él que le hubiese tocado la fibra sensible que le entronca con la esencia de este juego.
En esto lo hemos convertido.En un show televisivo,en un negocio lucrativo para los que menos lo entienden,respetan y quieren. Y así se van sucediendo campeonatos en medio de los rumores de fichajes para el siguiente,con ruedas de prensa protagonizadas por temas que nada tienen que ver con el fútbol y ni tan siquiera con lo que se dirime en el encuentro en cuestión.
De esta última Copa de América sólo quedará para la historia que fue en el que el brasileño Neymar pudo ser fichado por el R.Madrid, el chileno Alexis Sanchez estampó su firma con el Barça o el argentino Agüero hizo lo propio con el Chelsea. Todos pasaron desapercibidos entre las cuatro líneas.
A pesar de ser esta ya una tónica general, en un torneo entre los paises que son los últimos reductos del fútbol callejero,alimentado de la necesidad y no pocas veces del hambre, en el que se forman los grandes jugadores de las caras ligas occidentales, uno esperaba al menos alguna jugadita que llevarse a la retina.NADA.
Ni el juego que es de los equipos, ni las jugadas que son de los jugadores,se dieron cita en un mes de competición.
La colectivización del juego,que ha llevado al Barça, desde el 2008 hasta la actualidad, al olimpo de la leyenda en la memoria colectiva de la afición mundial, sigue interpretándose por gran parte de los técnicos, como la necesidad de crear una red espesa en la que mutilar el talento rival y robotizar el propio.
En el oficio del entrenador están escritas a fuego las dos obligaciones,la de sujetar y la de empujar.Sin embargo nuestros miedos,nos han hecho olvidar la segunda.
Una sociedad exitista,que confunde términos como competir, aplastar,agresividad, violencia, éxito, victoria, tiempo y resultados o directamente los ignora desde su ausencia de valores que le den sentido,nos convierte en devoradores de voluntades y emociones,sobre todo, de la básica que proporciona cualquier juego,LA LIBERTAD.
Consecuencia, partidos corridos y chocados en el medio campo.Marcadores presididos por dos bostezos(0-0) que diría Eduardo Galeano.El penalty convertido en juez indispensable para determinar ganadores.Y todo ello desembocando en el sinsentido de dar como finalista del campeonato a un equipo que no gana ninguno de sus encuentros.
De aquí a confundir el fútbol con los realitis que salen en los informativos, despues de los telediarios,sólo hay un paso y me temo que está próximo.
Ya muerta y, lo que es peor, olvidada la Copa América. ¡Vivan las competiciones locales!.En sus casas, en sus ambientes habituales,sin tanto talonario apuntándoles entre los ojos, algunos vuelven a recuperar al niño juguetón que les hizo ser estrellas mediáticas.Y con él, su sentido burlón de entender este juego.
De este modo Neymar, les muestra al Flamingo el escarnio que significa enfrentarse con un niño travieso que retorna a un campo con hambre de divertirse y hace un gol que nos reconcilia con los de su especie.¡VIVA EL FUTBOL!