El sincero, el del pueblo, la afición, que le da el real sentido a un club y el de los que se afanan en utilizar ese sentimiento para enriquecer su cartera o sus egos o ambas cosas a la vez, llegando en su paranoia a confundir sus intereses propios con los que engrandecen a un club. También la diferente apreciación de lo que debe ser el estilo representativo de un club. Llegué a esta hermosa ciudad castellana en la idea que me traducía el poder de entonces de cuál era el gusto de su afición por el fútbol, el estilo vasco tradicional, el que apuesta por la nobleza de las intenciones, de sus valores de su respeto a las normas y al esfuerzo deportivo y que es ejecutado por tanto, más desde el músculo, el sudor incluso si llega el caso la sangre de la noble contienda.
Fue mi primer impacto porque era bien sabido que yo representaba todo lo contrario. La segunda sorpresa la llevé cuando vi a la misma afición suspirar con los delirios de un artista llamado Capi, contener la emoción con la sangre fría en la salida del balón de las "Torres Gemelas" de la zaga Saavedra y Matito, la dirección pulcra y honrada del "Alférez" Sedano. Aplaudir con el alma en vilo las galopadas por las bandas de dos espadachines como eran Seba o Albertín y soñar con una tarde gloriosa del "Curro Romero" vallisoletano, Emilio. También me sobrecogieron sus manifestaciones de admiración por los vuelos felinos de Félix Campo, el silencio emocionado en el minuto de silencio por la muerte de mi padre y por supuesto sus pancartas de indignación y agradecida despedida al no verme en el último partido tras conseguir el ansiado objetivo de la permanencia por la singular decisión del poder de entonces.
Pero si con algo me quedo es de nuevo con la formidable decisión de un colectivo de jugadores por no resignarse a la mediocridad, que desde los aledaños del fútbol se les quiere imponer a los equipos modestos, a los jugadores que disputan competiciones de segunda fila por considerarlos incapaces de acercarse a la excelencia. Les convencen de que en esta categoría no se puede jugar al fútbol, como si cuando se sale a un campo de este deporte se pudiese jugar a otra cosa. Que lo noble es levantar piedras, el espectáculo es ver su sudor mientras las acarrean y lo de menos que quieren hacer con ellas ni la forma que tengan la construcción que con ellas formen.
Aquellos jugadores se levantaron en armas cargadas de razones contra los que interpretan que los jugadores sólo les mueve el dinero, contra los que creen que todo se compra y que lo importante de un Club es lo que a su vanidad les reporta y no el sentimiento que lo ha hecho sobrevivir al paso del tiempo, a las alegrías, las frustraciones, a los ascensos y los descensos, a los grandes jugadores, entrenadores, gestores y también a los miserables. Se empeñaron en demostrar cada domingo que no es lo mismo "Estar a un lado que echarse a un lado", "ser que estar". Que es distinto "conformarse o pelear", jugar en una categoria inferior con sentirse inferior.Y lo hicimos sabiendo que "vivir es lo más peligroso que tiene la vida" pero conscientes de que muchos mueren sin haber vivido.
Aquel equipo tuvo el premio final de conseguir el objetivo para el que a todos nos habían contratado, mantener la categoría de 2ªB sin renunciar a sus ideas y a su elección de priorizar las formas. Pero sobre todo consiguieron cada fin de semana hacer felices a los que nos seguían desde el "corazón morao" y desde el gusto por el fútbol. Y sobre todo disfrutó momentos de felicidad irrepetible e incomprensible salvo para aquellos que alguna vez fueron felices con una pelota. Para ellos este pequeño homenaje en estas horas duras para los de sentimiento "morao".
Aquel grupo de locos por el fútbol, capaces de gestas como aquella que paso a la historia por ser la mayor goleada del Palencia fuera de casa, el 1-5 frente a la histórica Gimnástica o el 0-3 frente al recién Segunda división, el gran Mirandés, quieren recordaros que en vuestro noble sentimiento a vuestros colores y al fútbol está "...las recetas para la desilusión". Ale,ale Palencia.
Alejandro Sanz os lo cuenta mejor en esta canción que para mi en muchos momentos de soledad e incomprensión se convirtió en un auténtico himno.Con el os mando palentinistas todo mi ánimo desde Kazajistán.