lunes, 28 de enero de 2013

A los que desean la muerte de otros






De siempre he sentido especial curiosidad por meterme en la piel del diferente, de aquel/la que piensa, siente diferente a mi.
Desde que mi trabajo profesional me ha otorgado una exposición pública y acepté voluntariamente las contraprestaciones que llevan consigo esta bendita ocupación de entrenador de fútbol, aún caló más en mi, el interés por saber que pasa por la mente humana para generar odio hacia otra persona simplemente por no estar de acuerdo con sus decisiones, ideas, manifestaciones o/y actuaciones.
Cuando llegaron las redes sociales, lo irracional del odio, llevo a muchos al absurdo de utilizar estas herramientas de comunicación y acercamiento a los seres que uno admira, respeta incluso aprecia a seguir a las personas que desprecian en un acto claro de masoquismo.
Algunos llevan sus sentimientos negativos hacia otro ser humano hasta el punto de desear su muerte.
Esto para mi siempre ha sido un misterio que me impedía entender las guerras, el terrorismo, la tortura, la violencia de género o cualquiera otra de sus manifestaciones. En todo ello pensaba el otro día viendo la película "La noche más oscura"...



Aplicado este enigma de la condición humana al fútbol, asimilar la violencia contra los árbitros, jugadores, dirigentes o entrenadores, se convirtió en obsesión para mi y máxime cuando me tocó, en su día, vivirla en carne propia.

Se que sólo me entenderán aquellos que hayan escuchado alguna vez a un semejante, al que no conoces ni te conoce decirte:" ¿Por qué no te mueres?
Reconozco que en las primeras ocasiones aún pudiendo pensar en positivo y creer que es sólo una forma de hablar, el miedo te paraliza. Si, como es mi caso, las palabras las oyes, en tu propia cara,  transformarse en hechos violentos, te cuestionas muchas cosas y aunque decidas seguir tu andadura sin que esto condicione tu forma de actuar o pensar incluso sin devolver el odio recibido de tus agresores, es obvio que, teniendo un mínimo de sensibilidad, te deja tocado en tus fueros internos o como diría el poeta,"En un rincón del alma".

 
El otro día leyendo "Viaje al optimismo" (aprovecho para recomendar su lectura) del Maestro Eduardo Punset, uno de los personajes intelectuales más trascendentes que ha parido el estado español y el país catalán, descubrí un testimonio de una señora con el que me sentí muy identificado y reconocido. Me pareció interesante compartirlo por si ayuda a los que hayáis vivido situaciones similares a las de ella y a las mías.




"Por mi historia, por la historia de la humanidad...por lo que sea, en un momento de mi vida asumí el papel de víctima, y para que yo fuese víctima necesitaba un verdugo, si no yo no hubiese podido desempeñar ese rol. Fueron tiempos muy duros y difíciles para mi, sin embargo tuve que tomar una decisión en firme cuando ya toqué fondo del todo. Esa frase que te dijeron,-¿por qué no te mueres?-; algo así tuve que hacer. Evidentemente, una muerte simbólica de esa parte de mi que no me permitía ser feliz, que no me permitía sentirme aceptada, que no me permitía sentirme merecedora, que no me permitía ocupar mi lugar en el mundo, esa parte de mí que decía -podéis hacerme daño-(era yo quien lo permitía). Tuve que decir adiós a esa parte de mi que ya no me servía para poder sobrevivir, y menos para VIVIR. Mi verdugo se convirtió en mi maestro, ya que gracias a él tomé la decisión de CRECER, de tomar mi lugar...¿por qué no te mueres?....El proceso fue duro; sin embargo acepté el apoyo de muchas personas que estaban a mi lado, y junto a ellas pude reinventarme y mudar de piel , dejando de ser víctima para SER: ser mi mejor amiga, ser mi protectora, mi defensora, y ponerme al nivel de los demás, ni más ni menos, de igual a igual. La vida es una escuela de aprendizaje, y creo que la mayoría tenemos las mismas asignaturas que aprender, aunque la forma sea diferente. Ten siempre presente que TÚ PUEDES aprobar esa asignatura."

Me parece también una forma constructiva de responder a aquellos que inexplicablemente se cuelan en estas autopistas de libre circulación que, uno crea también libremente, para que aquellos que quieran, incluso desde la discrepancia, seguirme en un camino bidireccional de crecimiento personal, puedan hacerlo. Pero nunca desde el odio y menos desde el deseo de muerte ajena que es un poco acelerar la propia.

Que sepáis en todo caso, si seguís en el empeño, que seguiré sin responderos, que no me inspiráis el mismo sentimiento, más bien el de lástima.Tiene que ser muy patética vuestra vida para no quererla vivir plenamente y dedicaros a generar buen rollo en vuestro entorno y disfrutar de las cosas que seguro os gustan más que lo que pueda decir o hacer este torpe aprendiz de ser humano al que encima despreciáis.

En todo caso, deciros lo mismo que escuche hace muchos años a otro Maestro, el comunicador, Jesús Quintero en su inolvidable programa radiofónico "El loco de la Colina", ante un mensaje en el contestador automático de alguien que le deseaba su muerte: "No te irrites,ten paciencia algún día llegará ese momento que tanto deseas"





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