Hace meses leí a la estrella del momento actual, Falcao, dedicar una tarde goleadora a su madre, en la festividad de todas las mujeres que nos alumbraron, y lo hizo en los siguientes términos:
“Dedicada a mi mamá en su día. Era pequeño y vivíamos en Santa Marta, nos íbamos a la playa mi mamá y yo, siempre con un balón. Como la pelota no rodaba bien en la arena, mi mamá me tiraba la pelota arriba y yo tenía que saltar y de cabeza devolvérsela a las manos. Toda la tarde, la pelota arriba y yo se la devolvía de cabeza, el sol caía y se hacía de noche hasta que ya no había luz para seguir jugando. Creo que ahí empecé a perfeccionar mi tiro de cabeza. Un abrazo grande para ella y para todas las madres en el día de hoy!”, escribió.
¿Cómo podrán explicar los amigos que desde la corriente metodológica del entrenamiento de moda actual destierran de plano cualquier actividad que sea tan analítica como la que describe el astro colchonero?
Supongo que estos métodos, o mejor dicho sus abanderados, se olvidan del proceso natural que fluye de la mano de la vida y que nos hace iniciarnos a todos de bebés dando patadas a un juguete escurridizo, esférico que nunca se detiene, difícil de manejar y al que nos encanta agitar dándoles puntapiés.Que de niños nos encanta aporrear contra una pared e intentar sorprenderle encontrándonos tras él cuando venga de vuelta. Después, dirigirlo hacia nuestro mejor amigo estrechando nuestros lazos a través de los pases o los tiros que no disparábamos uno al otro. En mi caso con mi amigo Javi, el de Calzados Berta, en el Barrio de la Arena de Gijón. Bajo la mirada atenta de un taxista mítico que aprovechando la cercanía de su parada nos observaba y rebautizaba con los nombres de Quini y Castro. El gran "Chatin" padre de una saga mítica de grandes jugadores, Amador y Mario de La roca.Y luego sí, vinieron los "cuadrinos" con los colegas tras el cole, la seriedad de los equipos infantiles federados y todo lo demás, osea el fútbol, la profesión del fútbol y toda la intelectualidad, mercado y negocio que hay tras él.
Supongo que todo ello nos seguirá arrastrando hacia nuevos tratados, más libros de ejercicios, más teorías sobre la bondad o maldad de los rebotes mientras estiramos, si los tests mejores son los de Cooper o la Course Navette. Si la iniciativa es del jugador, o es el entrenador el que hace buenos o malos a los equipos. Si hay que entrenar pensando o pensar antes de entrenar. Si las concentraciones son buenas o malas... La moda de cada momento irá imponiendo los radicalismos de cada momento.
Pero mientras haya Falcaos que jueguen con su madre en la playa, Iniestas con sus amigos en el patio del instituto o Messis con su modesta pelota a que no le caiga en el trayecto que va desde su cole a casa, el fútbol como espectáculo transmisor de alegrías y emociones varias, tendrá esperanza. Tal vez, porque la pureza es la mezcla feliz.Y por que el mejor entrenamiento es el que imita lo más fielmente a la mejor maestra que todos tenemos, la naturaleza. Como algunos sabéis, lo dice uno que lleva entrenando el juego a partir del juego desde mucho antes que alguien le pusiese nombre a ese método e hiciese tratados sobre él.
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