Si no hiciese daño, sería hasta grotesco. Pensando en nuestros hijos mejor envolverlo, como en este montaje, y así que piensen que no existe en realidad.
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domingo, 29 de enero de 2012
sábado, 28 de enero de 2012
FUTBOL Y ARTES PLASTICAS
Hace años, dirigiendo una de las primeras escuelas de fútbol de pago que se hicieron en España, la que creé en Mareo, conocí a un prestigioso arquitecto gijonés, ateo de la Religión balonpédica y de cualquier otra que no tenga por Dios al hombre. Su falta de prejuicios, le hizo acercarse, obligado por su hijo, a una vertiente de la cultura que, por lejana a sus sensibilidades, desconocía. Lo que allí fue descubriendo le provocó la necesidad de profundizar en su conocimiento. Al abrir los ojos hacia un paisaje desconocido,como a mi también me ocurre, intentó buscarle similitudes a otros más paseados por él, los de las bellas artes.
La gratitud que siempre me mostró por lo que el fútbol, en aquella escuela, le había aportado a la formación de los valores que a día de hoy adornan a su hijo, nunca podrá equilibrar mi deuda con él, por el enriquecimiento que, su visión desenfocada del fútbol, me aportó sobre mi pasión convertida en profesión.
Esta visión la plasmó en un artículo que aunque con referencias de aquella época, siempre me parece actual y enriquecedor para limpiar toxinas de tanto clásico, fichajes y sesudos análisis de lo menos fundamental de este juego. A continuación os lo reproduzco:
"Llamamos belleza, estrictamente, a la conveniencia de todas las partes con el conjunto al cual pertenecen, de tal manera que no se puede añadir, quitar o modificar nada sin que el todo se modifique. He aquí lo que es grande y digno de los dioses"(León Battista Alberti, "De re aedificatoria", Libro VI.
Recuerdo una fotografía seriada, esplendida, del vuelo de 9,80 metros con el que Bob Beamon logró la medalla de oro en la Olimpiada de 1968 en México.Un vuelo que, iniciada la caída, logró remontar en altura, como impulsándose en el aire. Brazos y piernas, músculos, describían un trazado envolvente de curvas sinuosas. Era la imagen del esfuerzo y, a la vez, de la livianidad.
"Bob Beamon" era el título de una escultura con la que participé en la "Cuarta Bienal Internacional del Deporte en la Bellas Artes" que tuvo lugar en el Palacio de Cristal de Madrid (1973). Unas chapas de cobre y latón, suavemente curvadas, trataban de recrear la potencia que desafiaba el vacío en una trayectoria imaginable.
Cuando era niño sentía pasión por el atletismo, pero ningún interés por el fútbol. Solo iba a casa de mis tíos- ¡Qué ya tenían televisión!- a ver los partidos en que jugaba Pelé. Su juego me arrastraba, me sobrecogía.
Por sugerencia de Ismael Díaz Galán, acabo de leer "La intimidad del fútbol", de Ángel Cappa (Tercera Prensa, San Sebastián, 1996), un libro que sabe transmitir sensibilidad y entusiasmo. En él aparece el esquema de una jugada de 31 toques consecutivos que culminó con un gol holandés marcado por partido clasificatorio para la Eurocopa de Inglaterra. "Era de adelante hacia atrás, todas las veces que fue necesario, sin precipitaciones, sin ansiedades, sin urgencias, diría que hasta imaginar la trayectoria del balón en el espacio, pases largos, parabólicos, toques cortos, rectilíneos, regates, surcos en el espacio.
Vi la imagen seriada de todos los puntos de una trayectoria, un instante congelado del movimiento, líneas sobre el cielo, los "utsurohi" que con hilos de acero traza la escultora japonesa Aiko Miyawaki. Como los que tejió frente al Palau de Sant Jordi, en Barcelona, obra de su marido, el arquitecto Arata Isozaki.
La fotografía de un grupo de jugadores que lucha por un balón, la busqueda de un remate desde un lanzamiento de falta, el esfuerzo expresado en los rostros, cuerpos desafiando la gravedad, levitando, los brazos extendidos, las piernas arqueadas, plegando y desplegando, envolviendo y desarrollando...es la imagen actualizada de un Laoconte o un grupo escultórico barroco de Bernini.
Esa lucha por el balón equivale al movimiento de los volúmenes vivos, retorcidos, envueltos o desplegados, horizontales y aéreos o verticales y pesados, del futuro museo Guggenheim en Bilbao diseñado por Frank Gehry.
Dice Peter Eisenman, otro gran arquitecto descontructivista, neoyorkino seguidor del Rayo Vallecano (!), autor de rotos, fragmentados y atropellados volúmenes que parecen desafiar la gravedad, que "El FÚTBOL ES LA ARQUITECTURA DEL JUEGO". Por eso su obra- que quiere ser fútbol- "obliga al cuerpo a moverse, a ser participante activo del espacio, incluso a tratar de evitar las caídas".
Fernando Giner no está de acuerdo con esta definición. Para él, el fútbol es algo que se siente, se vive, se improvisa, se juega. Pero su estilo, profesional, artesanal, tranquilo, serio, seco, rotundo, geométrico, coherente, como él mismo, es capaz de trasmitirme -al menos a mí- un nuevo sentido del espacio (esto es, de arquitectura)
La artesanía, la confección minuciosa de una jugada, un regate, un quiebro, las genialidades espontáneas de Maradona o de Romario sugieren el tapiz de un telar, un lienzo de Miró, el mismo expresado en un detalle constructivo.
La técnica, la visión anticipada, la belleza de un disparo largo, exacto, de Iván de la Peña, la limpieza de una jugada de Michael Laudrup, responden a la misma pregunta que el Peine del Viento de Eduardo Chillida, la fuerza y elegancia del acero en una costa rocosa, sobre un mar agitado.
La fortaleza física, la potencia, la velocidad de una larga carrera hacia el gol de Mario Stanic o de Luis Enrique equivalen, por ejemplo, al Monumento a Hokusai en Hakone, también de Eduardo Chillida, en el que las ramas que surgen del tronco de acero no vuelan sino que, contenidas, apretadas, reflejan un inmenso esfuerzo, una potencia contenida a punto de explotar.
Eduardo Chillida comenzó siendo portero de la Real Sociedad. Pero una lesión de rodilla le apartó del fútbol. Recuerdo a Pili Belzunce, su mujer, diciéndole:"Si no llega a ser por aquella lesión, hoy, en el mejor de los casos, serías entrenador de un equipo de segunda división".
Una buena defensa equivale a una pared. Y si tres puntos definen un plano, es posible imaginar un muro de hormigón incrustado en el terreno por Richard Serra o Tadao Ando.
El fútbol es también danza, una danza sin música, una danza capaz de transformar al público en un coro que empuja al jugador con su voz, arrastrado por la elegancia de una figura de Brancusi capaz de marcar un gol. Dice Mario Benedetti que "los futbolistas corren como sobre patines o como figuras de ballet". Es imposible no vibrar con la belleza plástica de algún afortunado desplazamiento sobre el césped, con el balón, de Igor Lediakhov o Marcos Vales.
Y la danza se transforma en teatro, en ópera. Escribe Fernando Fernán Gómez que, para el actor, "dejarse arrastrar por el torbellino de las palabras aprendidas es más fácil que abrir una pausa, por breve que sea". Una jugada que se interrumpe, un balón que congela su movimiento, perfectamente controlado, un público que enmudece, y finalmente una sorpresa, un cambio de ritmo o de tempo. Menotti compara estas pausas con los silencios en la música y Fernán Gómez con los vacíos en la arquitectura. Ángel Cappa la ejemplifica con Laudrup, o con Butragueño, cuando "venía a la carrera y recibía la pelota en la zona de definición. Bruscamente frenaba y se abandonaba, se quedaba inmóvil, inclusive con los brazos colgando a los costados del cuerpo. Parecía que la cancha entera se quedaba quieta. En el instante justo, Butragueño salía por el lugar inesperado o metía una pelota de gol con todos los defensores contrarios hipnotizados".
El fútbol así visto ( el único que desde mi ignorancia futbolística soy capaz -¿ o es esto lo que quiero?- de ver) es artesanía, es talante, es estilo, es creación, es dominio del espacio, es plástica, es belleza, es pintura, es escultura, es arquitectura, es danza, es música, es arte: es arte total. Es también, lo sé, otras muchas cosas, algunas negativas y otras que no entiendo, pero no quiero hablar ahora de ellas. Porque también es un hecho que Albert Camus, antiguo futbolista, había afirmado que " todo lo que sé sobre ética lo he aprendido del fútbol". ¿De quien hablaba? ¿Se refería quizás a Mario Stanic? ¿o a Ismael Díaz Galán o a Rubén Biempica? ¿o a Daniel Saric o a Fernando Giner o a Marcos Vales o a...?
Vicente Diez Faixat- Arquitecto (1996)
QUE DIRÍA HOY MI AMIGO VICENTE VIENDO AL BARÇA ACTUAL . A VER SI UN DÍA NOS LO CUENTA CON SU MIRADA DE ARTISTA. De momento,vaya este homenaje al maestro.
Esa lucha por el balón equivale al movimiento de los volúmenes vivos, retorcidos, envueltos o desplegados, horizontales y aéreos o verticales y pesados, del futuro museo Guggenheim en Bilbao diseñado por Frank Gehry.
Dice Peter Eisenman, otro gran arquitecto descontructivista, neoyorkino seguidor del Rayo Vallecano (!), autor de rotos, fragmentados y atropellados volúmenes que parecen desafiar la gravedad, que "El FÚTBOL ES LA ARQUITECTURA DEL JUEGO". Por eso su obra- que quiere ser fútbol- "obliga al cuerpo a moverse, a ser participante activo del espacio, incluso a tratar de evitar las caídas".
Fernando Giner no está de acuerdo con esta definición. Para él, el fútbol es algo que se siente, se vive, se improvisa, se juega. Pero su estilo, profesional, artesanal, tranquilo, serio, seco, rotundo, geométrico, coherente, como él mismo, es capaz de trasmitirme -al menos a mí- un nuevo sentido del espacio (esto es, de arquitectura)
La artesanía, la confección minuciosa de una jugada, un regate, un quiebro, las genialidades espontáneas de Maradona o de Romario sugieren el tapiz de un telar, un lienzo de Miró, el mismo expresado en un detalle constructivo.
La técnica, la visión anticipada, la belleza de un disparo largo, exacto, de Iván de la Peña, la limpieza de una jugada de Michael Laudrup, responden a la misma pregunta que el Peine del Viento de Eduardo Chillida, la fuerza y elegancia del acero en una costa rocosa, sobre un mar agitado.
La fortaleza física, la potencia, la velocidad de una larga carrera hacia el gol de Mario Stanic o de Luis Enrique equivalen, por ejemplo, al Monumento a Hokusai en Hakone, también de Eduardo Chillida, en el que las ramas que surgen del tronco de acero no vuelan sino que, contenidas, apretadas, reflejan un inmenso esfuerzo, una potencia contenida a punto de explotar.
Eduardo Chillida comenzó siendo portero de la Real Sociedad. Pero una lesión de rodilla le apartó del fútbol. Recuerdo a Pili Belzunce, su mujer, diciéndole:"Si no llega a ser por aquella lesión, hoy, en el mejor de los casos, serías entrenador de un equipo de segunda división".
Una buena defensa equivale a una pared. Y si tres puntos definen un plano, es posible imaginar un muro de hormigón incrustado en el terreno por Richard Serra o Tadao Ando.
El fútbol es también danza, una danza sin música, una danza capaz de transformar al público en un coro que empuja al jugador con su voz, arrastrado por la elegancia de una figura de Brancusi capaz de marcar un gol. Dice Mario Benedetti que "los futbolistas corren como sobre patines o como figuras de ballet". Es imposible no vibrar con la belleza plástica de algún afortunado desplazamiento sobre el césped, con el balón, de Igor Lediakhov o Marcos Vales.
Y la danza se transforma en teatro, en ópera. Escribe Fernando Fernán Gómez que, para el actor, "dejarse arrastrar por el torbellino de las palabras aprendidas es más fácil que abrir una pausa, por breve que sea". Una jugada que se interrumpe, un balón que congela su movimiento, perfectamente controlado, un público que enmudece, y finalmente una sorpresa, un cambio de ritmo o de tempo. Menotti compara estas pausas con los silencios en la música y Fernán Gómez con los vacíos en la arquitectura. Ángel Cappa la ejemplifica con Laudrup, o con Butragueño, cuando "venía a la carrera y recibía la pelota en la zona de definición. Bruscamente frenaba y se abandonaba, se quedaba inmóvil, inclusive con los brazos colgando a los costados del cuerpo. Parecía que la cancha entera se quedaba quieta. En el instante justo, Butragueño salía por el lugar inesperado o metía una pelota de gol con todos los defensores contrarios hipnotizados".
El fútbol así visto ( el único que desde mi ignorancia futbolística soy capaz -¿ o es esto lo que quiero?- de ver) es artesanía, es talante, es estilo, es creación, es dominio del espacio, es plástica, es belleza, es pintura, es escultura, es arquitectura, es danza, es música, es arte: es arte total. Es también, lo sé, otras muchas cosas, algunas negativas y otras que no entiendo, pero no quiero hablar ahora de ellas. Porque también es un hecho que Albert Camus, antiguo futbolista, había afirmado que " todo lo que sé sobre ética lo he aprendido del fútbol". ¿De quien hablaba? ¿Se refería quizás a Mario Stanic? ¿o a Ismael Díaz Galán o a Rubén Biempica? ¿o a Daniel Saric o a Fernando Giner o a Marcos Vales o a...?
Vicente Diez Faixat- Arquitecto (1996)
QUE DIRÍA HOY MI AMIGO VICENTE VIENDO AL BARÇA ACTUAL . A VER SI UN DÍA NOS LO CUENTA CON SU MIRADA DE ARTISTA. De momento,vaya este homenaje al maestro.
martes, 24 de enero de 2012
¿Palabras?
Vivimos un tiempo en el que sólo pensamos en hacer, en decir. Nos queda poco tiempo para pararnos a sentir, reflexionar, analizar.
Los analistas del fútbol, escriben sus comentarios, para el artículo del día siguiente mientras ven el partido y mandan sus pensamientos por Twitter. Todo a la vez.
Sus sentencias crean jurisprudencia y se extienden a velocidad de vértigo. Siegan cabezas, articulan el pensamiento del aficionado, presidentes e incluso se convierten en valoraciones técnicas que los propios profesionales hacemos propias.
Esto explica que todos caigamos en el absurdo de hablar de palo corto, cuando sabemos que los dos miden lo mismo, llamemos rechazo a lo que siempre fue rechace, cosifiquemos a los medios centros llamándolos pivotes, reduzcamos la complejidad de un sistema y lo confundamos con el esquema o formación…
Son los tiempos en los que cuenta más ir rápido, que saber a donde vas; tener muchos seguidores aunque no vayas a ninguna parte; saciarse antes que satisfacerse; gritar antes que argumentar, en fin, la Era del microondas, la comida rápida y la tele basura.
No hay lugar para los valores. Y los que hablan de ellos los desconocen, no los interiorizan y salen a la vida cotidiana reclamando para los demás algo que no han asumido para sí mismos.
He consultado por Internet y la lista de los valores más importantes o significativos que he encontrado es larga, muy larga:
Agradecimiento – Alegría – Altruismo – Autocontrol – Autoestima – Austeridad – Autonomía – Belleza – Bondad – Calma – Compasión – Comprensión – Confianza – Cordialidad – Creatividad – Delicadeza – Decisión – Dignidad – Diversión -Disciplina – Disponibilidad – Educación – Eficacia – Eficiencia – Elegancia – Entusiasmo – Equilibrio – Esfuerzo – Esperanza – Espiritualidad – Estabilidad – Éxito – Familia – Fe – Felicidad – Fidelidad – Firmeza – Flexibilidad – Fortaleza – Generosidad – Gratitud – Heroicidad – Honradez – Hospitalidad – Humanidad – Identidad – Igualdad – Ilusión – Imaginación – Iniciativa – Justicia – Laboriosidad – Libertad - Modestia – Madurez – Misericordia – Naturalidad – Obediencia – Optimismo – Orden – Paciencia – Perseverancia – Piedad – Placer – Poder – Razonabilidad – Realización – Religión – Respeto – Responsabilidad – Singularidad – Sabiduría – Seguridad – Sencillez – Serenidad – Solidaridad – Ternura – Tiempo – Tolerancia – Trabajo – Trascendencia – Urbanidad – Valentía – Voluntad
Identificar es el primer paso. De esto es de lo que hablamos cuando decimos que en nuestra sociedad, en el fútbol faltan valores. El segundo definirlos.
Por esta razón es incorrecto hablar de definir una jugada cuando esta concluye. Definirla es darle forma, para luego finalizarla. De ahí que la geografía de un campo este compuesta en ataque por: Zona de Inicio, Zona de gestación, Zona de definición y zona de finalización. Si uno se salta alguna por ir más deprisa, que no siempre más rápido, tiene más posibilidades de caer en el azar.
¿Palabras? Si, pero si vale todo y de cualquier manera no queramos luego exigir excelencia o la consideremos inalcanzable por que sólo esta a la altura de los superdotados.
Si mediocrizamos el análisis, empeoramos los resultados y hasta la victoria la convertimos en efímera al no saber su naturaleza. En muchos casos, os puedo asegurar, es hija del puro cúmulo de circunstancias y casualidades. Pero enfrascados en razones de supermercado le atribuimos, como a la derrota, mil padres que algunos sólo pasaban por ahí.
Identificar, definir y después, sólo después, podremos vivenciarlos. A lo mejor son contagiosos y en su ejercicio hacemos que nuestros vecinos, compañeros, alumnos…consigan hacerlos propios al ver que el universo de fuera se cambia cuando se cambia el de dentro.
lunes, 16 de enero de 2012
La cara del que sabe.
Llega un nuevo Clásico de esta época de crisis. Su escenario, como el de todos los momentos de la historia del hombre en el que la decadencia de un ciclo abre paso a uno nuevo, es el de un tiempo de regeneración pero también de angustia por lo nuevo, por lo que ha de venir.
El clásico del miércoles es un choque entre esas dos caras del hombre y por ello sus formas, no son nuevas. La testiculina y la excelencia. El músculo y la inteligencia. El todo vale y el pensemos antes de lanzarnos al todo...son respuestas que el ser humano ha manifestado ante el miedo siempre.
Ninguna gran empresa ha sido puntera en poco tiempo ni por una sola causa. Los pelotazos de la última década precisamente han sido el germen de la actual ruina. Tampoco ninguno de los colosos empresariales han avanzado a base de bandazos y de giros copernicanos de su rumbo. La adaptación a cada tiempo, el moldear sus estrategias en función de las circunstancias cambiantes, fueron el alimento de su estilo, de su cultura de empresa, de su singularidad y dominio actual.
El Barça lleva décadas apostando por ser una gran empresa. Por encima de sequías de títulos, críticas, prostituciones políticas y demás inclemencias del tiempo, su estilo fue regenerándose pero no transformándose en su opuesto.
Las circunstancias de la "Era Guardiola" le han hecho casar las piezas de la razón de nuestros tiempos; ideas y victorias. Sin las primeras pueden llegar las segundas pero con ellas duran más en el tiempo. Si además las formas son amables, estéticas y nos reconcilian con la esencia del juego que nos atrapó en la infancia, pues nos cautivan y nos hacen ser devotos, con los riesgos que esto también conlleva de creer con fe ciega. Ya sabemos que eso es lo contrario al aprendizaje, a la razón.
El Madrid encarna la fuerza del hombre. Su manera peculiar de salir de tiempos difíciles por la víaa rápida, sin detenerse en las formas.Talando árboles o desviando ríos. Para eso es el dueño del planeta. Con Mou se lo plantea desde la colectivización del esfuerzo,el perfecto reparto de cargas y roles. El músculo, la fuerza y la aspirina que lo cura todo en momentos difíciles,la intensidad.
Todos creiamos que la intensidad, las ganas de hacerlo bien, la concentración necesaria... como el valor al legionario, al jugador o a cualquier profesional, se le suponía. Pero no. En tiempos de crisis, unos y otros por fe ciega en sus líderes, en sus ideas en sus emblemas, se lanzarán a la lucha en busca de más sangre del rival para seguir creyendo en que ellos son los del Verdad C.F. Unos desde los estudios de radio o televisión, otros desde los colores de sus camisetas, sentimientos o afinidades estéticas. En pos de una sobrevalorada Razón, todos quieren tenerla alineada de su lado a base de victorias sobre el rival.
Nada importa analizar el como ni el por qué. Nada de sensibilidades, ni gustos ni demás monsergas que no distraigan de lo Único. Vencerle y luego salir de bares o twitters a olvidarnos de nuestras miserias cotidianas creyendo que todo nos cambiará mañana por que estamos del lado de la Razón, de los buenos, del Ganador.
"Temo a la claridad que no se doblega a pensar que por clara puede estar ciega".
Y mientras tanto el componente de ocio de distracción incluso de arte que para algunos el fútbol tiene lo encerramos de seriedad monolítica esperando al resultado final del encuentro por ver si satisface o no a nuestros intereses. Contentándonos mientras tanto con ver si los contendientes le han puesto ganas, concentración, empeño,garra, valor... es decir INTENSIDAD.
Yo no quiero un mundo en que nos vendan como divertido ir al teatro a ver si los actores ponen ganas o no al representar la función, independientemente del texto, la puesta en escena, su capacidad interpretativa o el mensaje que transmitan. Pero bueno la mayoría parece que si y dicen que es la que posee la razón.
No obstante permitirme que como Eduardo Galeano algunos sigamos mendigando por cada campo que vayamos "Una jugadita por el amor de Dios", sea de quien sea y juegue en el equipo mio o en el del Otro.
El clásico del miércoles es un choque entre esas dos caras del hombre y por ello sus formas, no son nuevas. La testiculina y la excelencia. El músculo y la inteligencia. El todo vale y el pensemos antes de lanzarnos al todo...son respuestas que el ser humano ha manifestado ante el miedo siempre.
Ninguna gran empresa ha sido puntera en poco tiempo ni por una sola causa. Los pelotazos de la última década precisamente han sido el germen de la actual ruina. Tampoco ninguno de los colosos empresariales han avanzado a base de bandazos y de giros copernicanos de su rumbo. La adaptación a cada tiempo, el moldear sus estrategias en función de las circunstancias cambiantes, fueron el alimento de su estilo, de su cultura de empresa, de su singularidad y dominio actual.
El Barça lleva décadas apostando por ser una gran empresa. Por encima de sequías de títulos, críticas, prostituciones políticas y demás inclemencias del tiempo, su estilo fue regenerándose pero no transformándose en su opuesto.
Las circunstancias de la "Era Guardiola" le han hecho casar las piezas de la razón de nuestros tiempos; ideas y victorias. Sin las primeras pueden llegar las segundas pero con ellas duran más en el tiempo. Si además las formas son amables, estéticas y nos reconcilian con la esencia del juego que nos atrapó en la infancia, pues nos cautivan y nos hacen ser devotos, con los riesgos que esto también conlleva de creer con fe ciega. Ya sabemos que eso es lo contrario al aprendizaje, a la razón.
El Madrid encarna la fuerza del hombre. Su manera peculiar de salir de tiempos difíciles por la víaa rápida, sin detenerse en las formas.Talando árboles o desviando ríos. Para eso es el dueño del planeta. Con Mou se lo plantea desde la colectivización del esfuerzo,el perfecto reparto de cargas y roles. El músculo, la fuerza y la aspirina que lo cura todo en momentos difíciles,la intensidad.
Todos creiamos que la intensidad, las ganas de hacerlo bien, la concentración necesaria... como el valor al legionario, al jugador o a cualquier profesional, se le suponía. Pero no. En tiempos de crisis, unos y otros por fe ciega en sus líderes, en sus ideas en sus emblemas, se lanzarán a la lucha en busca de más sangre del rival para seguir creyendo en que ellos son los del Verdad C.F. Unos desde los estudios de radio o televisión, otros desde los colores de sus camisetas, sentimientos o afinidades estéticas. En pos de una sobrevalorada Razón, todos quieren tenerla alineada de su lado a base de victorias sobre el rival.
Nada importa analizar el como ni el por qué. Nada de sensibilidades, ni gustos ni demás monsergas que no distraigan de lo Único. Vencerle y luego salir de bares o twitters a olvidarnos de nuestras miserias cotidianas creyendo que todo nos cambiará mañana por que estamos del lado de la Razón, de los buenos, del Ganador.
"Temo a la claridad que no se doblega a pensar que por clara puede estar ciega".
Y mientras tanto el componente de ocio de distracción incluso de arte que para algunos el fútbol tiene lo encerramos de seriedad monolítica esperando al resultado final del encuentro por ver si satisface o no a nuestros intereses. Contentándonos mientras tanto con ver si los contendientes le han puesto ganas, concentración, empeño,garra, valor... es decir INTENSIDAD.
Yo no quiero un mundo en que nos vendan como divertido ir al teatro a ver si los actores ponen ganas o no al representar la función, independientemente del texto, la puesta en escena, su capacidad interpretativa o el mensaje que transmitan. Pero bueno la mayoría parece que si y dicen que es la que posee la razón.
No obstante permitirme que como Eduardo Galeano algunos sigamos mendigando por cada campo que vayamos "Una jugadita por el amor de Dios", sea de quien sea y juegue en el equipo mio o en el del Otro.
jueves, 12 de enero de 2012
Insumisos a la Razón
Vivimos una realidad razonada. Razonamos nuestras ideas, calendarios, sentimientos, relaciones, trabajos...Nuestros ideales son productos de nuestra razón. La suma de nuestras experiencias y de los conocimientos adquiridos con nuestra corta mira telescópica la convertimos en proyecto vital y la dignificamos considerándola ideario por el que algunos están hasta dispuestos a morir y a matar. Son nuestras convicciones, valores cerrados, que no estamos dispuestos a cambiar bajo ningún concepto. EL afan por no traicionarlos, nos hacen inflexibles, osea lo contrario a la esencia del aprendizaje;"Eso quiere decir que ambos estamos dispuestos a ceder.Usted no se adhiere a su punto de vista y yo no me adhiero al mío"(J.Krishnamurti). Tiene que llegar un publicista, ¡Vaya por Dios!, de un banco, para recordarnos lo importante de "Desaprender" , traducción comercial de los "Principios del Aprender" del pensador Indio. Abrir la mente, liberarse de prejuicios para poder aprender.
Esto no deja de ser chocante en un mundo en el que se impone la discusión, impermeable a dejarse calar por los argumentos del de en frente, al dialogo o la conversación que significa conversión, disposición a cambiar mi criterio con los argumentos del otro.
En el fútbol, metáfora perfecta de la vida, como ya comente más de una vez, seguimos el mismo trayecto. Uno llega al fútbol de niño desde el juego, ejercicio que la mente ha creado para ejercitar su mejor músculo, la imaginación. Recreamos estadios entre los árboles del parque y llegamos a ver sus hojas agitadas por el viento como ovaciones cerradas de las abarrotadas gradas. Revivimos una final de la Copa del Mundo haciendo el gol de la victoria desde el medio del campo. Y soñamos al acostarnos cada noche que nos levantaremos siendo las estrellas de nuestros equipos y que somos capaces de hacer sus regates imposibles.
Pronto la imaginación es torturada y finalmente asesinada por la razón de los técnicos de base y profesionales varios; preparadores físicos, primer y segundo entrenador, entrenadores de porteros, scoutings, nutricionistas, entrenadores personales, representantes, asesores fiscales,asesores de imagen, jefes de prensa; periodistas...
Afortunadamente la imaginación es obstinada y sobrevuela el mundo por encima de intereses, primas de riesgo, hipotecas, obligaciones, sangres, ácidos lácticos, sudores y lágrimas. En cada generación de futbolistas, en cada promoción académica, en cada pandilla de barrio...aparece un tipo dispuesto a objetar del orden impuesto desde la razón de alguien, a hacerse insumiso de la dictadura del pensamiento único, de lo considerado políticamente correcto. A jugar desde el sentimiento.
Son personas que, como Krishnamurti, consideran al ser humano"... provisto de capacidades extraordinarias" y que por ello no se frena por los limites que le imponen desde fuera y que deben "ejercitar todas esas capacidades;de otro modo no soy un ser humano; me convierto meramente en un técnico". Y así ven pases, regates y disparos como posibilidades donde la mayoría sólo ven gestos-tipos o ven espacios, tiempos y normas nuevas que se escapen del plan militarizado de una pizarra.
Suelen ser individuos que se escapan de los estereotipos del deportista fornido, musculado y de muchos centímetros de todo lo medible. Llenan de miedo las noches de los técnicos propios y ajenos. Sobreviven a entrenamientos monocolores alejados de la diversión que les provoca su capacidad de crear, de descubrir, de reinventar la realidad, de atacar la sobrevalorada razón. Incluso se arman de paciencia para superar la frustración de ver gran parte de los partidos desde el banquillo. Y cuando salen al campo, son capaces en veinte minutos, de quitarnos el frío, hacernos olvidar al jefe, la crisis, las deudas y de recordarnos por qué nos gusta el fútbol.
Con su juego infantil en las antípodas del que planeó el estratega del miedo desde su laboratorio, nos traslada a los confines de nuestro recuerdo por los que, alguna vez todos, transitamos para conquistar la esencia del juego, ese que nos hacía ser libres de nuestras obligaciones de niños, lejos de padres, tutores, maestros y orondos entrenadores con más vocación de adiestradores que de potenciadores de valores y felicidad.
Son personas que, como Krishnamurti, consideran al ser humano"... provisto de capacidades extraordinarias" y que por ello no se frena por los limites que le imponen desde fuera y que deben "ejercitar todas esas capacidades;de otro modo no soy un ser humano; me convierto meramente en un técnico". Y así ven pases, regates y disparos como posibilidades donde la mayoría sólo ven gestos-tipos o ven espacios, tiempos y normas nuevas que se escapen del plan militarizado de una pizarra.
Suelen ser individuos que se escapan de los estereotipos del deportista fornido, musculado y de muchos centímetros de todo lo medible. Llenan de miedo las noches de los técnicos propios y ajenos. Sobreviven a entrenamientos monocolores alejados de la diversión que les provoca su capacidad de crear, de descubrir, de reinventar la realidad, de atacar la sobrevalorada razón. Incluso se arman de paciencia para superar la frustración de ver gran parte de los partidos desde el banquillo. Y cuando salen al campo, son capaces en veinte minutos, de quitarnos el frío, hacernos olvidar al jefe, la crisis, las deudas y de recordarnos por qué nos gusta el fútbol.
Con su juego infantil en las antípodas del que planeó el estratega del miedo desde su laboratorio, nos traslada a los confines de nuestro recuerdo por los que, alguna vez todos, transitamos para conquistar la esencia del juego, ese que nos hacía ser libres de nuestras obligaciones de niños, lejos de padres, tutores, maestros y orondos entrenadores con más vocación de adiestradores que de potenciadores de valores y felicidad.
A los que tenéis la mala costumbre de leer lo que escribo, supongo que no veis aquí nada nuevo.
Pero el otro día viendo a uno de mis ex-equipos con un sabio no académico del fútbol, de esos que son ricos en conocimientos adquiridos tras muchos kilómetros de conducir su autocar y de observar, oír y callar mucho más de lo que cuentan, me decía, mientras señalaba a uno de los que calentaba en la banda: "Ese contigo jugaría fijo". Se refería a un jugador pequeño y enclenque que desahogaba su ansia de jugar con nerviosas carreras al otro lado de la frontera de su diversión. Al salir, al campo, comprendí a mi amigo y compañero de tantos viajes. No salio a cumplir ordenes,si no a transgredirlas. No pedía la pelota para no perderla, si no para provocar con ella al rival. No avanzaba metros para huir de nada, sino para conquistar la meta deseada. No corría para justificar un sueldo (que se le adeuda desde el comienzo de temporada), si no para disfrutar más tiempo de su bien más preciado, la pelota.
Pero el otro día viendo a uno de mis ex-equipos con un sabio no académico del fútbol, de esos que son ricos en conocimientos adquiridos tras muchos kilómetros de conducir su autocar y de observar, oír y callar mucho más de lo que cuentan, me decía, mientras señalaba a uno de los que calentaba en la banda: "Ese contigo jugaría fijo". Se refería a un jugador pequeño y enclenque que desahogaba su ansia de jugar con nerviosas carreras al otro lado de la frontera de su diversión. Al salir, al campo, comprendí a mi amigo y compañero de tantos viajes. No salio a cumplir ordenes,si no a transgredirlas. No pedía la pelota para no perderla, si no para provocar con ella al rival. No avanzaba metros para huir de nada, sino para conquistar la meta deseada. No corría para justificar un sueldo (que se le adeuda desde el comienzo de temporada), si no para disfrutar más tiempo de su bien más preciado, la pelota.
El gusto por este tipo de jugadores aún esta en veda, a pesar de ser campeones de Europa y del Mundo y de darles premios la F.I.FA . Aun son especies protegidas por muy pocos técnicos naturalistas, amantes del juego salvaje y que crean con sus equipos espacios que son Reservas de la Biosfera en los que aun se les puede disfrutar en libertad.
Por eso me vi hoy en la obligación de homenajear a tantos que desde vuestra pequeñez física, habéis engrandecido el fútbol con vuestro juego. Que optasteis por seguir siendo jugadores antes que futbolistas.
Gracias a los;
LuisSuarez,Mazzola, Rivelino, Garrincha,Pele,Ardiles,Juanele,Butragueño,Ronaldinho,Romario,Diego Castro, Mata, Luis Manuel,Iniesta, Xavi,Messi y por supuesto a Dios,"El Diego", pero también a los menos conocidos y que tuve el honor de disfrutar desde el banquillo; Tino, Riky, Andres, Aitor Tornavaca,Alberto Ruiz,Sandro,Movi,Pitu,Paco Sutil,Tete,Capi,Alex...entre otros. Habeis permitido que sobreviviese la esperanza de ser felices entorno a una pelota a niños y adultos, grandes y pequeños,y que al veros creyésemos en que otro fútbol, otra vida era posible. Que no nos ahoguen la ilusión.
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