lunes, 16 de enero de 2012

La cara del que sabe.

Llega un nuevo Clásico de esta época de crisis. Su escenario, como el de todos los momentos de la historia del hombre en el que la decadencia de un ciclo abre paso a uno nuevo, es el de un tiempo de regeneración pero también de angustia por lo nuevo, por lo que ha de venir.

El clásico del miércoles es un choque entre esas dos caras del hombre y por ello sus formas, no son nuevas. La testiculina y la excelencia. El músculo y la inteligencia. El todo vale y el pensemos antes de lanzarnos al todo...son respuestas que el ser humano ha manifestado ante el miedo siempre.

Ninguna gran empresa ha sido puntera en poco tiempo ni por una sola causa. Los pelotazos de la última década precisamente han sido el germen de la actual ruina. Tampoco ninguno de los colosos empresariales han avanzado a base de bandazos y de giros copernicanos de su rumbo. La adaptación a cada tiempo, el moldear sus estrategias en función de las circunstancias cambiantes, fueron el alimento de su estilo, de su cultura de empresa, de su singularidad y dominio actual.

El Barça lleva décadas apostando por ser una gran empresa. Por encima de sequías de títulos, críticas, prostituciones políticas y demás inclemencias del tiempo, su estilo fue regenerándose pero no transformándose en su opuesto.

Las circunstancias de la "Era Guardiola" le han hecho casar las piezas de la razón de nuestros tiempos; ideas y victorias. Sin las primeras pueden llegar las segundas pero con ellas duran más en el tiempo. Si además las formas son amables, estéticas y nos reconcilian con la esencia del juego que nos atrapó en la infancia, pues nos cautivan y nos hacen  ser devotos, con los riesgos que esto también conlleva de creer con fe ciega. Ya sabemos que eso es lo contrario al aprendizaje, a la razón.

El Madrid encarna la fuerza del hombre. Su manera peculiar de salir de tiempos difíciles por la víaa rápida, sin detenerse en las formas.Talando árboles o desviando ríos. Para eso es el dueño del planeta. Con Mou se lo plantea desde la colectivización del esfuerzo,el perfecto reparto de cargas y roles. El músculo, la fuerza y la aspirina que lo cura todo en momentos difíciles,la intensidad.

Todos creiamos que la intensidad, las ganas de hacerlo bien, la concentración necesaria... como el valor al legionario, al jugador o a cualquier profesional, se le suponía. Pero no. En tiempos de crisis, unos y otros por fe ciega en sus líderes, en sus ideas en sus emblemas, se lanzarán a la lucha en busca de más sangre del rival para seguir creyendo en que ellos son los del Verdad C.F. Unos desde los estudios de radio o televisión, otros desde los colores de sus camisetas, sentimientos o afinidades estéticas. En pos de una sobrevalorada Razón, todos quieren tenerla alineada de su lado a base de victorias sobre el rival.

Nada importa analizar el como ni el por qué. Nada de sensibilidades, ni gustos ni demás monsergas que no distraigan de lo Único. Vencerle y luego salir de bares o twitters a olvidarnos de nuestras miserias cotidianas creyendo que todo nos cambiará mañana por que estamos del lado de la Razón, de los buenos, del Ganador.

"Temo a la claridad que no se doblega a pensar que por clara puede estar ciega".

Y mientras tanto el componente de ocio de distracción incluso de arte que para algunos el fútbol tiene lo encerramos de seriedad monolítica esperando al resultado final del encuentro por ver si satisface o no a nuestros intereses. Contentándonos mientras tanto con ver si los contendientes le han puesto ganas, concentración, empeño,garra, valor... es decir INTENSIDAD.

Yo no quiero un mundo en que nos vendan como divertido ir al teatro a ver si los actores ponen ganas o no al representar la función, independientemente del texto, la puesta en escena, su capacidad interpretativa o el mensaje que transmitan. Pero bueno la mayoría parece que si y dicen que es la que posee la razón.

No obstante permitirme que como Eduardo Galeano algunos sigamos mendigando por cada campo que vayamos "Una jugadita por el amor de Dios", sea de quien sea y juegue en el equipo mio o en el del Otro.

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