Seguro que si no les hiciesemos vivir un mundo de adultos. Si les dejasemos jugar en paz. Si reconociesemos su autoridad en la materia que nadie como ellos dominan, el juego, Seguro que, en partidos infantiles como los que presenciamos cada fin de semana, no veríamos celebraciones con besos a escudos, ni tanto pase sin sentido, ni tanta protesta al arbitro, ni tantos minutos sin un tiro a puerta que llevarse a su sonrisa. Pero no dudo que sería un futbol más espontaneo, dinamico, auténtico libre y solidario. Si les dejásemos más ser ellos mismos, seguro que sus partidos de niños los presidirían la alegría independientemente de resultados y clasificaciones, y nos demostrarían que otro fútbol, otro mundo sería posible
No hay comentarios:
Publicar un comentario