Cuanto más miro hacia fuera, más respuestas encuentro a lo de dentro. El fútbol como juego y como expresión cultural y artística, tiene mucho en común con otras modalidades creativas del ser humano incluso con comportamientos sociales de otras especies.
Populares son mis proyecciones sobre animales que, desde hace años, muestro a mis equipos o alumnos, para demostrar fundamentos del juego, como por ejemplo, las claves del pressing a través del mejor cazador social, el lobo.
Para los que sólo valoran lo que gana, fui catalogado como genio innovador cuando mis equipos ganaban, creyendo, ingenuos, que esos videos eran la clave del éxito. Aunque, también, reconozco que esos mismos me tildaron de trastornado por semejantes prácticas cuando mis equipos perdían. Me quedo con la respuesta de los que los vieron con mentes abiertas y quisieron entender que pretendía con semejante comparativa y encontraron curiosas similitudes que les mostraron algún camino para seguir avanzando.
El fútbol tiene mucho de expresión artística. Dicho esto sin querer ofender a los que nos insultan como poetas, filósofos... a los que así pensamos. Pero es que decidir sobre lo imprevisto y hacerlo de forma original, que sorprenda al rival, que quieren que les diga, tiene mucho que ver con la esencia del oficio de escritores, escultores, pintores, arquitectos, músicos, y por que no, con camareros, vendedores y cualquier otro profesional que ejerce su actividad de forma conjugando originalidad con eficacia. Máxime si esas respuestas se acercan a una belleza plástica a los ojos del que los observan.
Tanto es así que hasta en la tasca más lúgubre o la tertulia futbolera más casposa, hay un concepto que es común, no sólo a cualquier expresión del arte, sino a cualquier actividad humana, el talento. De tanto uso de esta palabra, se ha convertido en un tópico, que como la mayoría se acaba empleando sin saber su definición real, aplicandose a cualquier cosa, incluso siendo una elegante justificación vacia para explicar cualquier exito o ante su ausencia para explicar cualquier fracaso.
Para hablar del talento, lo primero es despojarle de uno de sus disfraces, aquel que le asigna sólo un ámbito, el ataque. Se considera sólo poseedor de esta cualidad al regateador, al rematador, al que da buenos pases o es un buen organizador de juego. Excluyendo el talento que tambien precisa la otra cara del fútbol, la defensa y ninguneando así, a grandes talentosos de la historia del fútbol como Beckenbauer, Baresi, Maldini o Piquet en la actualidad.
De la falta de estudio y definición sobre el talento, se ha acabado convirtiéndo en algo casi esotérico, misterioso incluso de origen ajeno a cualquier voluntad, puramente genético. Para algunos el talento futbolístico te lo otorgan tus padres cuando te engendran o no lo tendrás jamás.
En mi busqueda permanente por desvelar lo oculto, por desentrañar los misterios y destripar los huecos tópicos de este juego, tan simple de ejecutar, para algunos, como complejo de analizar para otros, me ha vuelto a llevar lejos de los manuales tecnicistas del fútbol.
Leyendo un manual sobre la creatividad en el relato literario he vuelto a encontrar luces sobre este asunto. Espero que a vosotros os ocurra lo mismo al leer los extractos que a continuación reproduzco. Supongo que os será más fácil, si lo haceis con ojos limpios de prejuicios y mente abierta al juego de interpretarlos en clave de fútbol, como si fuesen sacados de algún sesudo libro de uno de los profetas actuales del pensamiento balonpédico. Si os produce el mismo efecto que a mi, tal vez encontrareis entre sus líneas, alguna pista sobre, el talento, su relación con otras cualidades y conductas humanas asi como la posibilidad de entrenarlo o despertarlo en vuestros jugadores. Si es así y quieres seguir profundizando, te recomiendo la lectura de "La práctica del relato.Manual de estilo literario para narradores" de ángel Zapata, Editado por Ediciones y Talleres de Escritura Creativa Fuentetaja.(1997).
"Jung se ha referido también a dos formas distintas de pensamiento dentro de nuestra actividad mental, que ha llamado -pensamiento dirigido- y -pensamiento fantaseador-(...) nuestro pensamiento dirigido está orientado hacia fuera, hacia los objetos y el mundo exterior. Se desarrolla por medio de palabras, y tiene un carácter principalmente social(...). El pensamiento dirigido, pues, copia la realidad, sus leyes, sus relaciones, y tiene como fin actuar sobre ella.
Se llama -dirigido- porque requiere una actividad voluntaria por nuestra parte.(...)supone un intenso trabajo mental, y tal como lo expresa Jung es -laborioso y agotador-.
(...)el pensamiento fantaseador.Orientado hacia dentro, hacia las tendencias y los deseos subjetivos, el pensamiento fantaseador no maneja tanto conceptos y palabras, como puras imágenes. Funciona con contenidos inconscientes y motivos caprichosos e inventados. Se desarrolla en nosotros de una manera involuntaria y no requiere esfuerzo alguno. No tiene como función adaptarse a la realidad ni actuar sobre ella, sino liberar deseos, fantasías, invenciones de todo tipo. Tampoco nos proporciona una imagen objetiva de las cosas-como el pensamiento dirigido-; y no obedece a la lógica, sino a la mera asociación de ideas."
Por ello, el buen narrador debe pasar, en su proceso creador, por dos fases:"Una primera fase de completo abandono, de asociaciones libres y sin ninguna traba: una entrega sin condiciones al pensamiento fantaseador, a fin de obtener los materiales imaginarios sobre los que trabajar después, mediante el pensamiento dirigido."
"No todo el inconsciente es orégano"
"Escribir no es pensar, en efecto: Escribir es imaginar (...), e imaginar es pensar de otra manera (...)equilibrar, poner en relación (...) el pensamiento dirigido y el pensamiento fantaseador, la lógica y la fantasía."
"Empezad trabajando sobre las historias de una manera muy libre, muy subjetiva, tan delirante como os apetezca.
Naturalmente, corregid vuestros textos después... y corregidlos con la cabeza fria."
"De momento mantened separadas las dos actividades, a fin de que la lógica y la fantasía no se peleen en el momento de escribir. Distribuid el trabajo en sesiones diferentes: sesiones de escritura (pensamiento fantaseador), sesiones de corrección (pensamiento dirigido). Dedicadle más sesiones a aquella función que os resulte más dificil. Al puro fantaseo ( si vuestros textos son lógicos y previsibles), a la corrección objetiva y razonante(si ya de natural tendéis a escribir y escribir todo lo que se os pasa por la cabeza, sin la menor contención).
Después de un tiempo de práctica - y si habéis conseguido mantener separadas las dos funciones- veréis que tienden a integrarse por sí solas...Y a equilibrarse de una manera mucho más armónica de lo que lo estaban al principio."
Ver la transferencia al fútbol o no, ya es cosa vuestra.
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