miércoles, 9 de marzo de 2011

De entrada

Es seis de marzo, día de celebración familiar por cumplirse el 16º aniversario de uno de los momentos más felices de mi vida, el nacimiento de mi hijo.Después de verle jugar con su equipo cadete desde su pasión por el fútbol,me toca encajar un momento de esos que, cada vez más frecuentemente vivimos los entrenadores profesionales en España,seguramente por estar nuestro destino profesional regido por aficionados.Un momento en los que las convicciones se tambalean,la ilusión se degrada y te cuestionas todo.A unos les da por responder a las descalificaciones públicas de la otra parte, a otros por buscar vendetas, a otros martirizarse siguiendo la repercusión mediática del caso o forzar complicidades ficticias con jugadores,periodistas,ayudantes técnicos... Desde hace años, ya son más de veinte como profesional,descubrí que nada más sano en estos momentos para la mente como pasar página cuanto antes y que nada de lo que puedas decir en ese momento realmente merece la pena ni te beneficia.Por esta razón hoy  he dedicado el día festivo a limpiar el jardín, a descubrir con alegría que debajo de las hierbas malas aparecían brotes de plantas ya olvidadas y a empezar este blog que hacía tiempo mi hijo me había hablado de la conveniencia de hacerlo.Supongo que esto le importe a pocos.No sé,tal vez al otro lado de este inmenso ventanal de internet,haya algún entrenador en horas bajas.Tal vez, incluso, pueda servirle de pista o de aliento saber que otro compañero pasa por algo similar y  encuentre alguna válbula de escape similar.Esas pequeñas cosas, que cantaba Serrat y que desde la excesa importancia que socialmente le dan a nuestro trabajo nos hacen olvidarlarlas, perdiendo la perspectiva de la escala de valores reales de la vida. Me reconozco poco enganchado a este vehículo de comunicación.En muchas ocasiones lo he vivido como un callejón oscuro en el que a media noche, encapuchados, se introducían a darte una soberana paliza sin motivo,conocimiento y desde la más cobarde de las impunidades.Pero en otras ocasiones me ha servido para alegrarme de saber que hay gente que te aprecia y te sigue desde los lugares más insospechados del mundo alegrándose de saber de tí.En fin igual desde esta experiencia cambiaré mi opinión y podré agradecerles a mis hijos una enseñanza más con la que me regalan.De momento la ya vivida con este día oscuro en las que ellos, junto a mi compañera volvieron a darle luz.