martes, 29 de marzo de 2011

El Galgo-por Jorge Valdano (Marca-28-5-1996)


Era un buen jugador que corría mucho, en exceso. Le decían “Galgo” con toda justicia. En la paz del vestuario razonaba bien, pero el ardor del partido lo aceleraba. No había manera de calmar al “Galgo” Restrepo. Ayuda no le faltó porque Alejandro Gor, su entrenador, era un veterano al que le sobraban conocimientos y paciencia. Lo cierto es que “El Galgo” se las arreglaba para desordenar solito a todo su equipo. Los remedios no terminaban de resultar y el pobre don Alejandro, siempre de buena fe, cayó en extravagancias. Durante una semana ató una cuerda de veinte metros de largo a la cintura del desmedido Restrepo para obligarlo a respetar su zona, y la verdad es que con buenos resultados, pero el domingo, libre de cadenas y loco de ganas corrió con ansias acumuladas.

“El Galgo” Restrepo olía a suplencia y don Alejandro Gor andaba buscando buenas palabras para decírselo a la cara cuando en el bar  “Victoria” a la hora del café, se metió en una conversación que, cavilante como estaba, en principio le interesaba poco.

Se hablaba de caza y el “Coco” Farabulini tenía la palabra. Al parecer, en otros tiempos, lo había acompañado un buen perro perdicero al que no había viento que le moviera el olfato ni clima que lo espantara. Eso sí, le gustaba tanto su oficio que levantaba la presa demasiado lejos de la escopeta. Y contaba Farabulini:”Lo arreglé fácil. Veinte kilómetros antes de llegar al coto elegido, bajaba al perro del coche y lo hacía ir corriendo detrás. Cansado era un fenómeno: me ponía la perdiz en la punta del caño”

A don Alejandro Gor se le abrió el cielo. Ni demoró las medidas, ni reparó en los medios; a la semana siguiente el equipo concentró en un hotel del pueblo vecino. Distancia: veinte kilómetros. Otra oportunidad para el “Galgo” Restrepo. La última.

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