Corrian los principios de la década de los setenta. El franquismo y su aislacionismo internacional nos hundía en un hondo, largo y oscuro atraso con respecto al transcurrir del resto del mundo.
Eramos muy niños y no sabíamos los porqués pero comenzabamos a dejar los parques y las calles como escenarios prefentes en los que jugar a la pelota cambiándolos por los campos de fútbol "federados" en los que habían; porterías reglamentarias en vez de carteras o el porton del garaje, balones de cuero en vez de los de goma, nos vestian uniformados los sábados y teníamos un señor, normalmente muy serio y enfadado que decía quien jugaba y por donde. Durante la semana, en vez de jugar a la pelota todos los días entrenábamos dos días a la semana. Nos hacían correr allrededor del campo eso sí, federado, nos colgaban del larguero hasta que nuestros brazos infantiles ablandaban nuestra autoestima por los suelos frente a los compañeros de mas temprano desarrollo. Y la poca que nos quedaba nos la tiraba el señor serio a golpe de silbato en medio del único charco del recinto en el que nos obligaba a tirarnos en plancha. De la pelota de cuero, reglamentaria, por supuesto, no teníamos noticias hasta el sábado:"Quiero que llegueis al partido con hambre de balón". Por entonces no se llamaba pelota, nada de género femenino estaba bien visto en el fútbol, excepto cuando se juntaban las folclóricas por alguna causa benéfica, a dar gusto a los machos viéndoles sus piernas desnudas corriendo para darle patadas a una díscola pelota. A pocas cosas les dejaban dar patadas en aquellos tiempos a las mujeres.
A los chicos, sin embargo, nos secuestraban durante diecinueve meses en la otra punta del pais para enseñarnos a disparar con armas y demas artes marciales en las que el ejército nos instruía en nombre del estado por si había que defender la patria ante algún supuesto enemigo.
Socialmente era un rito de iniciación en el mundo adulto, en el que los niños, nos hacían hombres a base de ultrajes, humillaciones y códigos disciplinarios castrenses lejanos de cualquier tipo de derecho humano.Aunque algunos, bordeando la cárcel, logramos eludirla y luchamos para que actualmente "la mili" sea un jocoso y trasnochado vestigio de nuestra historia, los que jugabamos al fútbol, no conseguimos eludir sus prácticas en nuestros entrenamientos infantiles. Aquel era un juego para hombres, por ello era tachado de mariquita (la homosexualidad era una enfermedad) aquel que en una disputa rehuía el choque o llegando tarde no metía tacos por delante. Al saltar no sacaba codos o se quejaba porque en pleno invierno hubiese que ducharse con agua fría.
Eramos un reflejo del fútbol profesional español de entonces, "La Furia Española" lejano de los aromas que corrían por Europa del "Futbol Total", pero acorde con los mensajes de la propaganda del poder y de los patrones de hombres que impulsaban desde el arte y el deporte.
Treinta años despues, en un siglo nuevo, en plena era de los derechos humanos y guerras declaradas para imponer la democracia en todo el mundo, con las chicas jugando un mundial de fútbol a gran nivel por televisión, con la selección española de chicos, repleta de los descartados del pasado por blandengues, técnicos y "mingas frias" ganando títulos a la vez que encandilan al mundo, nos llega un técnico foráneo triunfador, que como a todo ganador y más si es extranjero, en una sociedad exitista se le admite cualquier medio mientras siga consiguiendo títulos. "A MI ME ENSEÑARON EL FÚTBOL DE HOMBRES, EN EL QUE NO SE CAE UNO POR UN SOPLIDO". Y en el pais campeón del mundo y de Europa desde el fútbol del "recreo", la clase y el mejor manual del buen estilo, nos instala el "fútbol de hombres" que ya habíamos enterrado en España, aunque igual no en toda la península.
El argumento es que quien lo propone es un gran técnico. No lo discuto, aunque, no crea en que Maquiavelo y su máxima de "El fin justifica los medios", sea el ideal a seguir en el fútbol, ni en la vida. Pero admitiendo que para algunos si, me choca ver que en un club que tuvo durante décadas el señorío como esencia de su gen campeón en el fútbol mundial, lo tengan ahora por bandera. Al menos, sin cambiar la letra de su himno.
Que el capitan y "Santo" del fútbol español se convierta en su portavoz. Y que los medios de comunicación, tan ácidos con el que no gana, lo justifiquen despues de haber conseguido sólo un título y no basado en la regularidad como es la Copa del Rey, en el primer año. Es un gran técnico, seguro, a pesar de ello. Me pregunto, sin embargo, cuantos buenos técnicos habría si se les diese la oportunidad de entrenar durante dos temporadas, como mínimo, a los mejores clubes de Europa, a los mejores jugadores del mundo, con posibilidad de echar hasta a su jefe si le hace sombra o le lleva la contraria.
Veremos el "todo vale" a dónde lleva al R. Madrid . Desde luego, si no consigue títulos en breve que le permita el respeto debido al triunfador, sólo se quedará con la perdida de admiración que nos granjeaba a los neutrales por ser grande desde valores nobles.
Y mientras un ruego. Como a las pelis para hombres, pongan sus partidos en horarios aun más tardíos que el del otro día, con dos rombos y sin repetir sus escenas en horario infantil al día siguiente. ¿Alguien está pensando en el espectáculo edificante que les estamos mostrando a nuestros hijos?
En todo caso, si el fútbol es esto y es sólo para hombres, conmigo que no cuenten. Una de dos, o no soy aficionado al fútbol o no soy hombre. Lo prefiero antes de renunciar a mi condición de ser humano apasionado por la vida y su fiesta principal el juego.
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