De mi alegría por verle de nuevo en Primera, desbordada sobradamente la treintena, después de lo vivido con él creo que es de suponer. De la justicia propia del fútbol al retornarlo a la máxima categoría, después de tantos años sobreponiéndose a todas las dificultades fuera y dentro del campo, nada hay que comentar. Del orgullo de sentir su amistad después dirigirle hace trece años pocos trofeos puedo exhibir con mayor satisfacción. De la emoción de ver a mis hijos viviendo cerca de él este Ascenso con el Rayo, después de no acordarse, por ser muy pequeños, de aquel que él y yo vivimos juntos en Málaga, no tengo palabras para describirla. Pero de los valores de Movilla como ser humano y profesional ya escribí en uno de los capítulos de mi libro Afluentes del Fútbol. Quisiera en esta ocasión tan feliz describir sus méritos como jugador. Al igual que le ocurrió a Donato, Mauro Silva o Mazinho los años están reforzándole sus condiciones. Su honestidad profesional le hace seguir entrenando más y con mayor intensidad que el más joven de la plantilla en la que juegue y ridiculizando las cargas que cualquier Preparador Físico prepare para el equipo en el que juegue, por que Movilla, cuando más entrena es cuando todos los demás se van de vacaciones. Yo le ví meterse tres sesiones diarias en pleno verano en solitario. Pero su mejor virtud es un bien escaso en el fútbol. Es ese que catalogan a más de un jugador con connotaciones negativas, ser un jugador táctico. Para mi, sin embargo, es una epígrafe que sólo puede aplicársele al futbolista que alcanza la clase social de jugador, es decir, que es capaz de entender el juego. Para ello es clave poseer algo que, algunos catalogan caprichosamente y creyendo que es cuestión genética o incluso esotérica y que se denomina visión de juego. En su demarcación no es un extra sino una necesidad. El Medio Centro Ancla, es un jugador que debe estar siempre, en ataque, defensa y en sus transiciones correspondientes, en la zona de actuación directa de la pelota. Es ese que sale continuamente en pantalla durante la retransmisión televisada de un partido, por estar continuamente cerca de la pelota. Esa cualidad la tienen sólo aquellos que poseen la virtud de no perder de vista ni una décima de segundo a la juez suprema del juego. Por supuesto que cuando llega a ellos debe salir mejorada. Movilla es uno de este tipo de jugadores excepcionales, por que además de su incansable movimiento, sabe a dónde tiene que ir y cuando le toca el turno de intervenir lo sabe hacer de forma precisa, no sólo por su nivel técnico (su cualidad más tapada, injustamente, por sus pulmones y capacidad de sacrificio), sino por que la decisión que toma es siempre la que el juego requiere. Tampoco dudan de subirse el equipo a su ancha espalda cuando los partidos, la competición o la vida se les ponen cuesta arriba y deciden marcar el paso al resto cuando a todos les atenaza el miedo o la duda. Después de más de veinte años de carrera como entrenador no tengo duda en catalogarlo como el jugador más táctico, en el correcto sentido del término, que he tenido en mis plantillas y posiblemente entre los mejores que he visto en esa posición. Por todo lo dicho y más que me callo, entenderán este homenaje sentido y la satisfacción de poder disfrutar un año más de su magisterio humano, deportivo y futbolístico en la máxima categoría del fútbol español y por tanto del fútbol mundial. Sólo un ruego a los que seguís este humilde blog. Grabar sus partidos y mostrarlos como ejemplo de jugador táctico, de Medio Centro clásico, de los de toda la vida. De los que no pueden cosificarse denominándoles pivotes. Enhorabuena Movi.
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