Y por fín llegó la rebelión de los jugadores que no se conforman con ser actores secundarios.Y con ellos la lucha cuerpo a cuerpo del fútbol,que no es otra que la del enfrentamiento de inteligencias a la máxima velocidad.Los anteriores capítulos del Clásico Español, de por sí habitualmente más jugado antes y después que durante,se habían convertido en duelos estratégicos,entendida la estrategia con las miras amplias con las que la definen los militares o los gerentes de una empresa,lo realizado previamente a la batalla.Hasta el punto que algunos han llegado a creer que el fútbol se hace en los despachos,en las salas de prensa, desde un banquillo incluso ahora desde la habitación de un hotel.Que consiste en alinear jugadores,motivarles para que sean fieles perros de caza y de tener previsto hasta él más mínimo gesto a realizar desde el área técnica.
Pero el fútbol como decía el ,maestro Dante Pazeri, es la dinámica de lo impensado.Y en la misión del entrenador de organizar lo previsible está su arte.Cuanto más tengas organizado menos margen dejas al azar que irremediablemente será un invitado a la fiesta le den invitaciones para entrar o no.Entre esas circunstancias no controlables y por mucho que quieran condicionarse desde la estrategia de algunos técnicos,estan las decisiones arbitrales.La dificultad de su tarea y su condición humana harán que siempre estén sujetas al error.De hecho tras muchas repeticiones y desde la frialdad y relajación del sofá nos cuesta a veces pronunciarnos sobre la decisión correcta a tomar como tiene que hacer el juez de la contienda a ciento ochenta pulsaciones,en carrera,en decimas de segundo,desde la visión que le permite un partido de amplio espacio, con continuos e imprevisibles movimientos de sus participantes.
Con todo el de ayer,no lo tuvo fácil y menos en la jugada objeto de mayor polémica.Él no ve o no considera que sea la falta a Cristiano.No concede por tanto ley de la ventaja,una ley por cierto que no existe como tal, pero que si tiene su gestualización con palmas de la mano hacia arriba y brazos extendidos hacia adelante que el belga no hace, y lo que si ve posteriormente es una zancadilla,que no necesariamente ha de hacerse con el pie, a Mascherano, último defensor que en la caida de Ronaldo es trabado en su carrera y le impide cortar el pase involuntario hacia Higuain.Éste, dispara oyendo el pitido del árbitro, como se comprueba en su reacción tras meter el gol que no festeja,por tanto no existe gol anulado,porque claramente corta el juego con su silbato antes.
Luego la ignorancia,la pasión por los colores propios,las justificaciónes de derrotas en pieles ajenas y las dicusiones de bar,tan sanas para la salud social del ser humano, hacen el resto.Lo bueno sería que los técnicos no formásemos parte del desahogo del aficionado, que no nos convirtieramos en uno más, que justificasemos la diferencia entre los que cobramos con los que pagan por ir al fútbol y no sólo planificásemos los factores estratégicos,sino también los tácticos, los que se producen durante el encuentro y que a ser posible fuese en beneficio y ayuda del talento del jugador antes que de taladrar su imaginación o alentarles sólo a la disputa desde la fuerza física más que a la de la inteligencia.De no ser así sólo cabe esperar lo de ayer,la insumisión del jugador y la reivindicación de su importancia en el juego siendo cada uno de ellos un hecho táctico en sí, único e irrepetible.
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